sábado, junio 30, 2007

Mi auto está enfermo. ha cumplido sus primeros 60 mil bajo la luz del sol y merecía el cambio de su correa de repartición, como indica el manual. Cuatro años ya, sin garantía del fabricante. Eso hizo que lo llevara al otro taller, al de los arreglos modestos.

Estuvo dormido y lejos de mi por varios días y al despertar su voz era ronca. Algo en su motor no funcionaba como debería. Por mi mente comenzó a circular el remordimiento de no haber invertido el doble de dinero en llevarlo con el especialista, con el que tiene los repuestos a la mano, el que. sabe cuál es el adecuado sin estar ensayando.

Mi bebé sigue en la clínica, en una habitación de tercera preguntándose por qué su padre lo abandona por tantos días en las manos de un desconocido. Parece que va a pasar su cuarto cumpleaños en donde un extraño